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    17 de abril de 2004. Tras una sorprendente victoria electoral, el nuevo presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anuncia la composición del Consejo de Ministros. El ministerio de Ciencia y Tecnología de Aznar desaparece. La palabra "ciencia" ni siquiera está presente en el título del ministerio que acoge las competencias de la política de investigación.

    En los cuatro años de esta primera legislatura de Zapatero, el gasto en I+D se duplicó.


    El anterior ministerio de Ciencia y Tecnología, creado por Aznar en el 2000, tenía de ciencia sólo el nombre. Era el ministerio de Industria, con mayores competencias tecnológicas ganadas a Fomento, y un simple lavado de cara. La secretaría de Estado de Investigación no pintaba nada en esta nueva casa, fue ignorada por completo. La etiqueta "ciencia" en el nombre era sólo eso, una etiqueta, una palabra escrita en la fachada para dar una imagen de modernidad sin que los gobernantes apostaran de verdad por la innovación como motor del desarrollo del país. El resultado es de sobra conocido, un crecimiento económico desbocado con pies de ladrillo y cemento mal cuajado.

    Al volver a su vieja casa en el ministerio de Educación, sin embargo, la apuesta por hacer de la ciencia española una empresa puntera a nivel internacional fue asumida por el gobierno en su conjunto. No estaría en la fachada de ningún edificio, pero la secretaría de Estado de Investigación logró un apoyo sin precedentes.

    En 2008 ocurren dos cosas. La primera, la creación del ministerio de Ciencia e Innovación, con Cristina Garmendia, investigadora y empresaria, al frente. Todo el mundo interpreta este paso como el fiel reflejo de la apuesta de Zapatero por cambiar el modelo productivo nacional, por cumplir el viejo sueño de alcanzar la media europea en gasto en I+D. Algunos incluso soñaban con alcanzar el compromiso de Lisboa.

    La segunda cosa que ocurre en 2008 es el colapso del mundo financiero. La burbuja inmobiliaria estadounidense hunde bancos de inversión gigantescos que a su vez arrastran a la banca internacional al borde del precipicio. El crédito desaparece, aguja que termina pinchando la burbuja inmobiliaria española. El paro se desboca, la economía se detiene por completo.

    En esta situación el flamante ministerio de Ciencia no tiene el poder suficiente para convencer al resto del gobierno de la necesidad de cumplir, ahora más que nunca, con el compromiso de apuesta decidida por la investigación como motor de la economía. Los investigadores, en solidaridad con el resto de la nación, deben apretarse también el cinturón, se dice. La correlación entre crecimiento de PIB e inversión en I+D es ignorada. La apuesta por la ciencia es una estrategia de crecimiento, sí, pero a medio plazo. Si no se traduce en beneficios inmediatos, no es prioritario cuando escasean los recursos. La mentalidad cortoplacista se impone a la altura de miras. Al final, el flamante ministerio de Ciencia es otra especie de burbuja, una brillante superficie llena de aire caliente.

    21 de diciembre de 2011. Mariano Rajoy, designado sucesor de Aznar que perdió aquellas elecciones de 2004, acaba de ganarle al designado sucesor del que le ganó a él. En su Consejo de Ministros tampoco hay cabida para el ministerio de Ciencia e Innovación; tampoco aparece la palabra "ciencia" en la casa que acogerá las competencias, el ministerio de Economía y Competitividad.

    Que la ciencia española tenga o no ministerio propio es irrelevante. Lo verdaderamente importante es que el que la defienda lo haga con convicción y, sobre todo, poder de persuasión. Por el ministerio de Industria, digo Ciencia y Tecnología, de Aznar pasaron tres ministros, a cuál más empeñado en ignorar a los investigadores. Esperemos que el nuevo ministro de Economía sí preste sus oídos al que elija como secretario de Estado de I+D+i y el sistema nacional de investigación coja fuelle a partir de 2012. Por la cuenta que nos trae a todos.


    PD. Ciencia: Un mal ministerio es peor que una buena Secretaría de Estado, opinión de Víctor Ruiz que comparto plenamente. Él es optimista, opina que Luis de Guindos tendrá más fácil defender la ciencia ante Rajoy. Yo soy más cauto. Añadir intermediarios entre la boca de los investigadores y la oreja de Rajoy es peligroso. ¿Qué pasa si, como cuando se dependía de Industria (perdón de nuevo, Ciencia y Tecnología) es el ministro de Economía el que ignora a los que representan poco más del 1% de sus preocupaciones?

    Como defiende José Manuel López Nicolás en El gran debate de investidura de la Ciencia: ¿Ministerio o Secretaría de Estado?, siempre será mejor un buen ministro que un buen secretario de Estado. Por no hablar del potencial peligro de que tengamos un mal secretario de Estado.

    Completo la lista de lecturas interesantes sobre este tema con sendos artículos de Público (El secretario de Estado de I+D tendrá que actuar como "ministro de facto") y El País (¿Debe haber un ministerio de ciencia?).

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    Lynn Margulis falleció ayer, 22 de noviembre, a consecuencia de un ictus padecido el jueves de la semana anterior, desde el que aparentemente estuvo en coma hasta la pasada madrugada.

    Muchos la recordarán como la mujer de Carl Sagan, aunque sería muy injusto hacerlo. Como también sería terriblemente injusto recordarla por caer al final de su carrera víctima del síndrome de genio incomprendido por el dogma establecido y renegar de la selección natural e incluso aventurarse en otras heterodoxias como decir que el SIDA no está causado por el VIH sino por las espiroquetas (¡ay, su obsesión con las espiroquetas!) de la sífilis.

    Lynn Margulis, bióloga, merece ser recordada por sus descubrimientos científicos, extraordinarios y revolucionarios y fuera de toda sombra de duda. Merece ser recordada por su cuidadosa observación de unos microorganismos ignorados por el resto de la comunidad científica hasta el momento. Merece ser recordada por esa chispa de genio, por esa habilidad de ser capaz de mirar lo mismo que los demás y sin embargo ver lo que nadie ve. Y, por qué no, merece ser recordada por su tenacidad en defender lo que los hechos demostraban y la comunidad científica se empeñaba en rechazar.

    En palabras de Richard Dawkins, eso sí, 30 años después de que propusiese su teoría:
    I greatly admire Lynn Margulis's sheer courage and stamina in sticking by the endosymbiosis theory, and carrying it through from being an unorthodoxy to an orthodoxy. I'm referring to the theory that the eukaryotic cell is a symbiotic union of primitive prokaryotic cells. This is one of the great achievements of twentieth-century evolutionary biology, and I greatly admire her for it.
    Y es que Lynn Margulis, la gran científica, efectivamente descubrió que los cloroplastos, los orgánulos celulares de las algas (y por tanto, de las plantas terrestres) responsables de realizar la fotosíntesis son en realidad cianobacterias atrapadas en una relación simbiótica, como si de granjas intracelulares se tratase. También descubrió que las mitocondrias, ese otro orgánulo con forma de judía, siempre referido como la central energética de la célula eucariota, también tuvo su origen como una bacteria engullida por otro organismo unicelular. Y su teoría iba más allá, hasta el punto de sugerir que la propia célula eucariota (la que tiene núcleo, con sus cromosomas, a diferencia de las células procariotas, típicas de las bacterias) era resultado de la fusión de varias células procariotas más sencillas. Sugerencia que después se ha visto confirmada, aunque los detalles del cómo, quiénes y cuándo aún sean tema de discusión.

    Uno de los grandes logros de la biología evolutiva. Indeed.


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    La química en la cocina

    No sé si lo sabréis, pero estamos en el Año de la Química. 2005 fue el de la física, conmemorando el centenario del año prodigioso de Einstein. Para la química, la efemérides elegida fue el centenario del Nobel de Química a Marie Curie. Una mujer científica, quizá LA mujer científica por antonomasia. Simbólicamente al menos, Marie Curie es para la química lo que Albert Einstein para la física.

    Sin embargo (o quizá por ello), hay quienes deciden organizar eventos titulados "Mujeres en la Química", como es el caso del Maratón Científico que tendrá lugar el próximo 27 de octubre en el Museo de Ciencia y Tecnología de Madrid. En el folleto del mismo encontramos las siguientes preguntas:

    "¿Se puede enseñar química partiendo de los saberes acumulados de las mujeres? ¿Qué relación tiene la química con actividades cotidianas como las que se desarrollan en la cocina?"

    Pues sí, parece ser que los eventos "las mujeres en la ciencia" son bastante más necesarios de lo que uno querría pensar, con Marie Curie o sin ella. Por lo menos hasta que a ningún ceporro se le ocurra hilar esas dos preguntas en un folleto destinado a publicitar la presencia femenina en la ciencia (o cualquier otro ámbito de la actividad social).

    La charla "La química en la cocina" de la Dra Nuria Solsona Pairó promete ser interesante, porque es un tema interesante, pero también porque su inclusión en una jornada centrada en el papel de la mujer lo convierte en un tópico sexista. Prueben a leer de nuevo el título. ¿En qué piensan, en reacciones químicas en los fogones o en una señora química con mandil en vez de bata y con el bollo recién horneado, cual foto de campaña de Rajoy?

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    Steve Jobs, víctima de la medicina alternativa

    En octubre de 2003 una persona fue diagnosticada de cáncer de páncreas. Solo uno de cada seis diagnosticados sobrevive al año de diagnóstico. Pero los doctores en vez de una sentencia de muerte le dieron una buena noticia: no todos los cánceres son iguales, y en su caso el tumor era de un tipo raro, mucho menos agresivo y operable. Ante tremendo golpe de suerte, esta persona decidió renunciar a la recomendación del equipo médico y seguir una dieta "anti-cáncer". Era budista, vegetariano y escéptico de la medicina "ortodoxa". Era Steve Jobs.

    Que su tumor fuese de ese tipo tan raro que no progresa a la velocidad del rayo como el resto de cánceres de páncreas le permitió arrepentirse de su estúpida decisión a los nueve meses. Cualquier otra persona ya habría muerto, pero él era especial. Cinco años después, cuando sólo sobrevive un mísero 6%, él era uno de los afortunados.

    En 2009 necesitó un transplante de hígado, el órgano favorito para la metástasis del cáncer pancreático. Sobrevivió dos años más, ocho desde el diagnóstico. Llegar a los diez habría sido un milagro. Un milagro que él podría haber hecho realidad.

    ¿Qué no tendríamos si Steve Jobs no se hubiese operado? ¿Qué no tendremos por esos estúpidos nueve meses de retraso en operarse? Los genios también son humanos. Y por ello, desde hoy, el mundo progresará un poquito más despacio.


    Actualización: Ante la insistencia de varias personas, he de señalar que la fuente de lo que digo en el primer párrafo no es una leyenda urbana sino lo reportado en 2008 en la revista Fortune.

    Y ya que estoy poniendo enlaces, Sharon Begley relata para The Daily Beast todas las decisiones médicas y sus consecuencias. Enlaza al reportaje de Fortune, pero se nota que además se ha documentado bastante. (via @vibragiel)

    Finalmente, algunas estadísticas: Tabla comparativa de la supervivencia a 5 años de distintos tipos de cáncer en Estados Unidos y página con las tasas de supervivencia para cáncer de páncreas en UK. Y una entrevista sobre el cáncer de páncreas publicada en Scientific American en 2008 y rescatada ahora

    7-oct 10.00
    En Respectful Insolence, el mejor post que he leído sobre el tema: Steve Jobs, neuroendocrine tumors, and alternative medicine. Resumido: "Jobs did himself no favors by waiting. Is it possible, even likely, that he compromised his chances of survival? Yes. Is it definite that he did? No, it's not".

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    Alzhéimer, ¿infección priónica?

    "Nuevo indicio de que el alzhéimer es una infección, como la enfermedad de las vacas locas", titula El País. "Si bien hemos demostrado que el principal evento, la formación de placas amiloides, puede reproducirse artificialmente de forma similar a lo que ocurre en una infección de priones, extrapolar este dato a que la enfermedad de alzhéimer es una enfermedad infecciosa es aún prematuro", finaliza el mismo artículo el investigador español Joaquín Castilla, uno de los científicos involucrados en el experimento del que nos habla la noticia.

    ¿En qué quedamos? ¿Nuevo indicio o no podemos decir tal cosa?

    "El alzhéimer es una enfermedad complicada, de la que se desconocen todavía muchos aspectos. Por ejemplo, no se sabe si las placas de proteína mal plegada son la causa de la patología, que se traduce en muerte neuronal, o un síntoma más del exceso de este péptido. De hecho, los ratones no mostraron patología."

    Este entrecomillado no es del experto, sino directamente del texto redactado por la periodista. Si el reportero y la única fuente coinciden en resaltar la complicada relación entre acumulación de placa amiloide y alzhéimer, ¿por qué se decide titular por ahí?

    Los péptidos beta amiloide se agregan en una placa que comparte estructura y comportamiento con la proteína priónica de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, cierto. De hecho es sabido que el beta amiloide interactúa con la proteína priónica en el cerebro, aunque que yo sepa se desconoce cuál sea el rol de esta interacción o cómo influya en la formación de la placa amiloide. Lo que cuenta la noticia es que extractos de cerebro con alzhéimer (y sus correspondientes placas amiloides) generan placas amiloides en cerebros de ratón, tal como se esperaría de una enfermedad priónica. Pero si esto en sí mismo no es suficiente para causar demencia en los ratones, y si no está clara la relación causa-efecto entre el alzhéimer y las placas amiloides, ¿por qué llevar la noticia un paso más allá y decir que hay nuevos indicios de que el alzhéimer podría ser infeccioso? ¿Queremos causar alarma o somos simplemente idiotas?

    Para el que quiera más información:
    Wikipedia on Alzheimer's disease causation
    Wikipedia on Amyloid beta protein
    Prions key in Alzheimer's disease BBC news, 2007
    'Harmless' prion protein linked to Alzheimer's disease Nature news, 2009